Subtitulación: "Traducción vulnerable"
Es gracioso ver con qué libertad, alegría y, en ocasiones incluso acritud, nosotros como espectadores nos atrevemos a juzgar la calidad de los subtítulos ¿en cuántas ocasiones hemos comentado con alguien que en los subtítulos se han saltado la traducción de alguna palabra? Incluso yo misma reconozco que he llegado a criticar con dureza y cuestionar la profesionalidad del traductor a la sombra de esas líneas plasmadas en la pantalla... Eso sí, admito que antes de conocer y estudiar en profundidad las singularidades y restricciones de la traducción audiovisual y, en concreto, de la subtitulación.
Ahora que yo misma he sufrido, por su complejidad, y a la vez disfrutado de las técnicas de la subtitulación, pido perdón a todo aquel colega que haya podido criticar de forma indirecta debido a mi ignorancia. ¿Ignorancia? Sí, ésa es la causa de nuestra prepotencia al censurar de un plumazo todo el duro trabajo de aquellos profesionales de la subtitulación. Es ese desconocimiento de las técnicas subtituladoras y su dificultad inherente lo que nos lanza a las críticas.
Pero, ¿por qué motivo está la subtitulación tan expuesta al escrutinio del espectador? ¿Qué la hace tan “vulnerable”? La razón radica en una particularidad de la subtitulación que carece cualquier otro tipo de traducción: el espectador se enfrenta al mismo tiempo con el texto en idioma original y la subtitulación en el idioma final. De este modo, el espectador tiene la oportunidad de comparar ambas versiones (original y subtitulado), juzgar y criticar, en su caso. Si pensamos en el tipo de espectador que normalmente consume de forma voluntaria este tipo de producto subtitulado, se trata, por lo general, de un espectador culto, que tiene cierto conocimiento de idiomas y esto le permite juzgar “con más peso”. Sin embargo, este mismo espectador, que percibe ciertas rarezas en la subtitulación, suele desconocer las técnicas de la subtitulación y sus críticas no se basan en razones fundadas. Por ello, me gustaría aprovechar este artículo para reivindicar la figura del subtitulador y poner a disposición del lector de este artículo algunas de las características principales de la subtitulación de forma genérica para ayudar al entendimiento de la labor de estos profesionales que trabajan en la oscuridad del anonimato.
Las restricciones espacio-temporales del medio hacen de la subtitulación una verdadera tarea de constricción y condensación del mensaje. Sólo tenemos que pararnos a pensar en la velocidad del lenguaje oral y qué pasaría si subtituláramos literalmente todo lo que dicen los personajes: que la velocidad de lectura tendría que ser tan rápida que no nos daría tiempo a leer los subtítulos, exceptuando aquellos casos en los que la velocidad lenta y la poca densidad del mensaje nos permite subtitular al pie de la letra, además de la restricción de espacio en pantalla. Así que las técnicas de reducción, condensación u omisión son primordiales en la subtitulación, además de otras consideraciones técnicas y ortotipográficas.
Está probado que la velocidad de lectura de un espectador medio es de entre 2 a 3 palabras por segundo, así que un subtítulo de una línea debería permanecer en pantalla unos 3 segundos y uno de dos líneas unos 6 segundos. Los subtítulos están compuestos como máximo de 2 líneas de 35 caracteres, aunque dependiendo de la distribuidora o el estudio esta cifra puede variar. Cuando se trata de subtitulación para sordos estas cifras son aún menores, ya que la velocidad de lectura de un espectador sordo o con deficiencia auditiva es más lenta.
Además, de esta cifra mágica de 35 caracteres por segundo, tenemos que tener en cuenta que un subtítulo nunca puede estar compuesto de más de dos líneas, para no obstaculizar la imagen y tampoco puede un subtítulo permanecer en pantalla más de 4 ó 6 segundos en total, dependiendo de si son mono o bilineales, ya que el espectador tendería a releer los subtítulos de forma inconsciente, con algunas excepciones. Del mismo modo, tampoco conviene dejar en pantalla un subtítulo corto menos de 1 segundo, ya que se produciría lo que se llama el “efecto relámpago” y el ojo humano apenas tendría tiempo de registrar este subtítulo.
Debido a que hay un cambio de medio de lenguaje a oral a escrito, hemos mencionado que la característica principal de la subtitulación es la condensación del mensaje. De este modo, hay una serie de técnicas que nos permiten resumir el discurso hablado, intentando transmitir la esencia del mensaje. Algunas de ellas son:
- Omisión de elementos superfluos propios del lenguaje oral (muletillas, repeticiones, etc...)
- Condensación.
- Cambio de tiempos verbales compuestos por otros sencillos y más cortos, que nos permita ahorrar caracteres.
- Omisión de vocativos si no son necesarios y se entiende a quién se está dirigiendo.
- Búsqueda de sinónimos más cortos.
Todo ello intentando traducir literalmente, dentro de lo posible, aquellos términos que en el idioma original tienen mucha similitud con el idioma final, ya que el espectador reconocerá el término y se producirán comparaciones e incluso desconfianza hacia la subtitulación, debido a la vulnerabilidad mencionada de la subtitulación.
También hay una serie de convenciones a la hora de subtitular que suele desconocer el espectador medio:
- Sincronización de los subtítulos con el discurso oral respetando la tabla de tiempos de permanencia en pantalla.
- Los subtítulos deben segmentarse en unidades enteras de sentido para respetar su coherencia y cohesión y facilitar, de este modo, su lectura al espectador.
- Nunca dejar los subtítulos en pantalla en un cambio brusco de plano, por tanto, el subtitulador debe hacer coincidir la salida del subtítulo con el cambio de plano, respetando las convenciones de tiempos de permanencia y caracteres.
- Neutralización o suavización del lenguaje ofensivo o tacos, ya que el impacto es mayor con el cambio de medio de oral a escrito y puede herir sensibilidades.
- Debido a la restricción espacio-temporal el ingenio del subtitulador debe entrar en juego cuando se trata de dar solución a la traducción de juegos de palabras o el humor. En este caso, al contrario que en otro tipo de traducciones, el subtitulador no tiene la oportunidad de extenderse demasiado ni poner notas al pie de páginas para explicar determinado recurso, con lo cual debe tomar ciertas decisiones importantes para respetar las normas convencionales de la subtitulación y respetar, en la medida de lo posible, el mensaje, la gracia o el juego de palabras del discurso original.
Éstas son simplemente algunas pinceladas de las técnicas de la subtitulación, pero hay muchas más convenciones técnicas y ortotipográficas que el traductor debe manejar para poder ofrecer al espectador unos subtítulos de calidad, subtítulos en ocasiones injustamente juzgados. A pesar de todas estas reglas, la traducción no es una ciencia exacta y el subtitulador debe enfrentarse a muchos problemas de traducción y tomar decisiones, al igual que en cualquier otro campo de la traducción, con la dificultad añadida de las restricciones de tiempo y espacio.
Espero haber conseguido en estas líneas acercar al lector-espectador la figura del subtitulador y ayudarle a tomar conciencia de que los subtítulos se crean así por unos motivos estudiados y no al libre albedrío del traductor, quien se enfrenta a una auténtica batalla lingüística para condensar el discurso hablado al máximo y “encajar” los pocos caracteres con los que cuenta en apenas dos líneas en pantalla y, de este modo, el espectador tenga tiempo a leer los subtítulos y pueda entender el mensaje de lo que está ocurriendo en la imagen que es de lo que se trata.
(Rosa Sánchez)